martes, 30 de septiembre de 2008

Tuve una revelación. Como la de los antiguos profetas (pero sin la barba rabínica). Dios se me apareció en un bar. Me dijo "Yo no existo". Desde ese día creo cada día más en Él. Desde ese día puedo sentir que lo amo. Desde ese día siento que puedo respirar en paz.

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El corazón es santo cuando la música lo desmembra. ¿Acaso existe -te pregunto- otra manera de crear el retorno?


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Estoy convencido que los Verdaderos Libros Sagrados son humorísticos. La única razón por la que yo escribo serio -sobre todos en mis poemas- es porque la mayoría del tiempo no soy lo suficientemente valiente como para ser feliz.


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Esta es la última destrucción antes del amor.


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Dios busca trascenderse a Sí Mismo en mí. Dios desea ser más que Dios.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Con cuanta impaciencia he cabalgado la esplendorosa ruina del aire, aparición abrumadora mis dedos se deshacen en una ráfaga de luna saliente montaña y nieve párpados del silencio brutal (¿es que existe acaso otro silencio; pero, amor y odio mío, dónde vive la caridad, quiénes?), porque navíos de sangre que llevan flores y tesoros en las velas agitan el lenguaje de mi corazón hoy mudo de ti, espesura de lágrimas y magros violines. ¡Cuántos sueños peligrando la nada del miedo y la monotonía de la duda, ay falta de fe, árboles rojos naciendo cielo, llevo millones de vidas descreyéndote, gritándole al amargo corazón de la belleza: la vida es un golpe mortal, huye de aquí! Lo invisible, pero a mí me cuesta ver, y lloro, qué algún día tengamos ojos para los colores de la vida verdadera duelen tanto los viejos amores astillando la carne y el olvido de la Ciencia plegaria de Virgilio dónde te encontrarás en el átomo más luminoso de mi alma, miseria de la luz. Quizás alguna noche los caballos de videncia se abreven en mi frente, quizás alguna noche, ya libre de mí mismo, mentira. La imperfección que soy ilusiones me libera de mí. Mas a la luz, el Enemigo lo sabe, le son indiferentes las formas. Siento. Verdad. Nuestras mujeres nos harán dioses, sí, cuando sus largas pestañas irradien la belleza del clavicordio en las manos del ángel, porque los fracasos, extrañamente, nos devuelven a la vida. Si te llamaras Alicia. Perdóname la falta de piedad, yo no confundo mi Logos ardiente espera de mí mi Dios. Si te llamaras Alicia, Tai. Atardecer música del alba. El amor es velocidad y certeza. A la malla de la luz le son indiferentes las formas. Sería hermoso decir que si no me enseñas tú no aprenderé.